Una vida en 90 minutos
lunes, agosto 24, 2015
Dicen que la vida está formada por momentos, que no podemos
tomarla como algo perpetuo, que algo que nos va mal no siempre nos va a ir así,
que somos nosotros los que podemos cogerla de la pechera para darle un giro de
180 grados y enseñarle que estamos ahí, que no está escrito que nuestras
páginas en el libro tengan que ser siempre de color oscuro o claro, que podemos
hacer que eso cambie de color, cada segundo tenemos una nueva elección para dar
un vuelco a nuestras vidas, para mirarla y hacer que esta nos devuelva una
sonrisa o una cara amarga, de tristeza.
Es decir, que al
final la vida se resume en la suma de todos y cada uno de esos momentos buenos
y malos, y que nos convierte en lo que somos, y en el fútbol esos momentos duran
90 minutos, 90 minutos que te hacen ascender a los cielos o que te hunden en el
infierno del olvido futbolístico.
Un balón “estrellado” y 90 minutos en el principado de
Mónaco, ese será el momento que marque el futuro futbolístico de una ciudad que
sueña con volver a ser grande.
Este club sabe muy bien lo que es jugarse su historia más
reciente en tan solo 90 minutos, la ciudad de Valencia ha pasado de las lágrimas
a la mejor sonrisa, del cielo al infierno y de la gloria del fútbol al más
absoluto ostracismo. ¿Recordáis alguno de esos momentos?
Después de 2 años seguidos y de cientos de minutos de buen fútbol
el Valencia se encontró hasta en dos ocasiones ante los 90 minutos (ó 120) más
bonitos y a la vez fatídicos de su historia, después de luchar cientos de
minutos con los mejores de Europa tuvo la ocasión de erguirse como rey del fútbol
europeo, solo 90 miserables minutos pudieron separarles de ello, un momento, un
balón que no entró, un penalti fallado… esos momentos unidos dejaron al
Valencia en el olvido futbolístico cuando buscaban ser un equipo eterno.
Por supuesto también el equipo blanquinegro colecciona
momentos mágicos de 90 minutos, nadie olvidará jamás los 90 minutos de Málaga o
Sevilla y, más recientemente, los 90 de Mestalla contra el Basilea, donde no
solo se ganó una eliminatoria perdida desde hacía una semana, si no que se ganó una comunión con una afición cabizbaja que perdura hasta el día de hoy.
Y llegó la hora de la verdad, otros 90, la hora de los
valientes, de los que no se arrugan ante nada y salen a dar su vida por el
compañero que tienen al lado y por la ciudad que está detrás dándoles hasta su
último aliento.
Este momento no es nuevo para casi ninguno de los jugadores
que mañana saltará al Luis II de Mónaco, hace apenas 3 meses un once similar al
que saldrá mañana saltó al estadio de Almería, con 37 buenas jornadas a sus
espaldas pero sabiendo que no estaba nada hecho, que esos 90 minutos marcarían
toda la temporada siguiente, que nadie les recordaría apenas una semana después
si no conseguían que el balón reventase la red rival, que nada habría valido la
pena si el Almería lograba que los ches besasen la lona, ese momento único lo
guardará Paquito para siempre en su memoria, cuando un gol suyo hizo que las 37
semanas anteriores valiesen la pena, un abrir y cerrar de ojos, un balón al
fondo de la red para que el martes podamos volver a luchar por un sueño.
Como siempre, esta incansable afición no fallará, harán
miles de kilómetros para volver a vivir un momento mágico, algo que acumular a
los momentos a recordar, el equipo lo sabe, el mister lo sabe, no pueden
fallar. Para muchos estos 90 minutos serán el inicio de poder jugar por primera
vez en la máxima competición, algo que todo aficionado al fútbol sueña desde
pequeño y ellos lo tienen delante. El destino les ha elegido para formar parte
de otros 90 minutos mágicos, no falléis, porque en vosotros estará la
diferencia entre recordar este martes como una noche mágica o como algo que
intentar olvidar de por vida. Por fin estamos de vuelta, nos ha costado mucho,
y 90 minutos bien valen una Champions.
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