Mustafi, Feghouli y Negredo, el triunvirato de la eliminatoria
jueves, agosto 27, 2015
El Valencia jugará la próxima
edición de la Champions League tras superar al Mónaco -quizá el rival más
fuerte de los que podían tocar-, y será así gracias en parte a la performance
de tres hombres que estuvieron por encima del resto en el global de la
eliminatoria.
Hay vida sin Otamendi: tras la salida del bonaerense rumbo al Manchester
City, Mustafi, se ha erigido como el nuevo capitán general de la retaguardia
blanquinegra. El curso anterior rayó un nivel sublime, pero todos los focos y elogios
apuntaban hacia las espectaculares acciones defensivas del zaguero argentino.
El internacional alemán ha dado un paso al frente y en los tres partidos
oficiales disputados hasta la fecha (Mónaco, Rayo Vallecano y Mónaco de
nuevo) sus prestaciones defensivas permiten que, de momento, en Valencia nadie
esté echando en falta a Otamendi. Contra los monegascos, tanto en la ida como
en la vuelta, fue el jugador que en los malos momentos sostuvo al conjunto de
Nuno y por si no fuera suficiente, tuvo tiempo para arreglar los desaguisados
que iba dejando Vezo. Eso sí, es imprescindible atinar con el fichaje del
central para acompañar a Mustafi -a Vezo aún lo veo un tanto verde- y de este
modo, mimetizar la defensa granítica que tantas alegrías nos dio el año pasado.
El zoco de Feghouli: bien es sabido que el argelino es capaz de lo
mejor y de lo peor, pero en los dos partidos contra el conjunto del Principado,
Feghouli fue de lo más destacado y en el partido de vuelta, el MVP del
encuentro. Igual que en los zocos idiosincráticos en buena parte de la
geografía africana, en el juego de Feghouli se mezcla el caos con partidos y
jugadas que, a veces, son un verdadero festín para los sentidos y frente a los
monegascos, las prestaciones del atacante africano fueron una locura tanto en
ataque como en defensa. En Mestalla, asistió a Rodrigo en el primer gol de la
noche y cuando el 2-1 parecía definitivo, conectó un preciso derechazo para
dejar la balanza muy decantada a favor de los de Nuno. En el Luis II, el nivel
de Feghouli no decayó un ápice: trabajó en defensa como el que más, exigió a un
maravilloso lateral como es Kurzawa a dar lo mejor de sí, mostró una elevada
capacidad asociativa y fue uno de los pocos jugadores que en la segunda parte
estiró el campo. Por momentos, la figura del africano supuso un balón de
oxígeno para un equipo al que le costaba horrores salir de su propio campo.
Vuelve el tiburón: las declaraciones de Nuno previas al partido de
vuelta no cayeron en saco roto y sus pupilos saltaron al terreno de juego con
la mirada impávida y los ojos inyectados en sangre en busca del gol que les
diera la calma necesaria para afrontar un partido de tanta trascendencia. El
gol de Negredo, una obra de arte que bien podría estar expuesta en el Louvre,
supuso una estocada directa al corazón de los monegascos y a los planes de
Jardim; un bocado que bien firmaría Steven Spielberg para alguna escena en sus
películas de “Tiburón”. El gol, además de por su belleza, enfrió las
aspiraciones de remontada del cuadro local y hasta el primer cuarto de hora,
Ryan fue un espectador más. Pero Negredo fue mucho más que una excelsa vaselina. El
ariete vallecano justificó su precio de traspaso, bajó un sinfín de balones y
por momentos, la pareja formada por Raggi-Carvalho sólo pudieron detenerle con
faltas.
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