Su suerte y su castigo es quererla
martes, agosto 18, 2015![]() |
Foto vía: Carla Cortés (@noaasoña) / Nacho de Benito (@deBenitoo) |
El Valencia y la Champions League. La Champions League y el
Valencia. Una bonita, tierna, tortuosa y extenuante relación de amor. En estas
líneas voy a contaros toda la apasionada historia entre la más bella de Europa
y un apuesto chico que anhela recuperar el tiempo perdido con su amada.
Conquistarla de nuevo, y ahora sí, valorarla y tratarla como se merece.
Desde que las estrellas no pisan Mestalla, el Valencia ya no
vive en armonía. La Champions League abandonó la ciudad de la luz y del amor.
Ella se llevó la luz y también la paz. En el Parque de los Príncipes tan solo
dejó la ropa sucia, la cama vacía, una palabra muda y una caricia fría. Se
marchó harta de una situación emocional inestable y apenas le dejó el espejismo
de San Siro.
Con la Champions League el Valencia CF pasó los mejores días
de su vida. Él se desvelaba cada velada con el vuelo de su falda y contaba los
lunares de su espalda. Hermosos. Ardientes. Como ese cabezazo en plancha de
Juan Sánchez para batir a Nigel Martyn o ese zigzagueo mágico de Gerard para
hacer lo propio con Marco Ballota.
La Champions League era una diosa con zapatos de tacón,
mientras él era un corazón amante de las ruinas. Los más jóvenes no podrán
imaginar cuántas noches de pasión vivió la Avenida de Suecia. Mientras con el
paso del tiempo el Valencia cayó en la rutina. Pasar el tiempo con ella se
convirtió en una obligación y no en un regalo. Dejó de valorarse ser uno de los
invitados a ese baile de pomposidad y deseo que ni el mismo Jay Gatsby hubiera
podido organizar. De tanto amarla el Valencia la perdió.
Desde entonces él solo ha tenido la felicidad a plazos como
la mágica remontada frente al Basilea. Él ha intentado reencontrarse con su
amada tiempo después. Intentando impresionar de nuevo a su Daisy Buchanan
particular. Mientras solo lograba arañazos en la espalda y desplantes. Él se
hundía en lo efímero del recuerdo de la sensación al contener la respiración
mientras ella lo amaba.
El Valencia echa de menos el pacto con la hermosura de la máxima competición
europea. Vive preso de su regreso. Anhela sentir el tacto de sus manos en la
cintura camino de Saint Denis. Estrellarse con su boca. Esa contracción del
cuerpo con cada nota del himno más maravilloso del fútbol.
Mestalla acogerá la primera de las dos citas que la Afrodita
futbolística ha concedido a este caballero errante. Y con un ambiente inmejorable tratará de pedirle una nueva oportunidad. Ese será el momento de volver a sentir. De
sudar con cada momento de placer convertido en una suave caricia a la red. De
volar juntos de nuevo. Maldita dulzura la tuya, Champions League.
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