Ni antes éramos tan leones ni ahora somos tan huevones

martes, noviembre 11, 2014


Los desengaños se pueden comparar a una puerta de luz que se abre mientras deambulas por un túnel de oscuridad: la luz molesta al principio, pero cuando tus pupilas se acostumbran a ella, caminas hacia allí sin titubeos. Desengañarse es bueno, pues permite que conozcas mejor lo que tienes entre manos y te da la posibilidad de mejorarlo, aunque también es costoso de digerir. A nadie le gusta que le digan los defectos que tiene – y aunque digáis que a vosotros no os molesta, haced la prueba y veréis como vuestra reacción no es la predicada –; pero por lo general resulta necesaria una opinión ajena para poder comprendernos mejor a nosotros mismos, pues estamos tan obcecados dentro de nuestra realidad que los hechos pasan por delante de nosotros – con la tranquilidad de habitar en otra dimensión – sin que nos demos cuenta.
Puede que al Valencia le pase algo parecido, que esté tan empeñado en seguir en los puestos de cabeza de la Liga que se le haya olvidado que el fundamento de las victorias previas era el orden táctico y la salida de balón rápida y ordenada. No es excusa la baja de Parejo. Un equipo bien trabajado, a pesar de tener falta de fluidez en su juego por la baja de uno de sus organizadores, no puede perder el orden en el campo ni se le puede olvidar como contragolpear. Eso sí, el trabajo de estas semanas y meses se está viendo reflejado en las labores defensivas, donde la dupla Mustafi-Otamendi se entiende a las mil maravillas y nos salva el pellejo jornada tras jornada. Que el equipo tiene fallos es algo que se viene manifestando desde hace más de dos partidos, pero son detalles que si se pulen pueden mostrar tras de sí un precioso diamante.
Este domingo, por momentos, pareció instaurarse la anarquía en las líneas valencianistas, difuminándose la diferenciación entre las distintas zonas del campo y pareciendo que en cualquier momento subiría Diego Alves a rematar de cabeza. Para más inri, cuando el equipo recuperaba el esférico y tenía la posibilidad de lanzar una contra, se perdía la posesión al instante con sorprendente facilidad. Con un cerebro menos pensando y en una situación numéricamente desfavorable en la zona del círculo central, el castillo de naipes comenzó a desmoronarse justo por ahí, por el centro. 
Pero, ¿acaso en los entrenamientos no se tienen en cuenta situaciones así? ¿No existe un plan B en caso de derrumbarse el chiringuito? El trabajo diario en Paterna ha de prever hasta las situaciones de mayor asfixia futbolística, como lo fue para nosotros la superpoblación del mediocampo bilbaíno. Y aun suponiendo que no exista plan de emergencia, ¿no es Nuno suficientemente capaz y soberano como para realizar cambios que redirijan la dinámica del partido? El ex de Río Ave estuvo lento en los cambios: el primero fue en el 69’ y el segundo en el 82’. Además, las piezas intercambiadas no dieron un vuelco vital al partido. La entrada de Negredo por Piatti y la de Carles Gil por Feghouli fueron meramente simbólicas, ya que el primero recibió muy pocos balones – igual que los dos delanteros que jugaron todo el partido – y el segundo apenas tuvo tiempo para hacer que su calidad rindiera en los tres puntos ansiados.
En partidos como el que jugamos contra el Athletic o el Depor, complicados desde el principio, es en los que el entrenador entra como factor decisivo para el resultado. Un cambio a tiempo, una variación táctica, un cambio de rol de algún jugador… hasta el más mínimo detalle puede influir en el marcador. Es cierto que en el partido de Riazor el portugués hizo dos cambios en el entretiempo, cosa que se le debe reconocer, aunque no tuvieran efecto (positivo) sobre el resultado, pero en el partido ante los vascos la reacción del técnico luso fue débil y tardía. Está claro que no podemos pedir la destitución de Nuno por un mal partido – ni se le debería canonizar por uno bueno –, y yo no lo haré, pero sí que se debe decir sin miedo que se equivocó. Eso sí, visto el rendimiento del equipo hasta ahora, qué menos que darle un voto de confianza ciega al ex de Río Ave para que retoque los detalles que hacen que este Valencia no sea aún un rodillo perfecto.


Rodrigo Ramis / @AMUNT_VLC_CF

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