Las trompetas de Caronte

lunes, agosto 31, 2015

Foto vía: Carla Cortés (@noaasoka)
Aún resuenan, en Mestalla, las trompetas de Caronte. Su sonido, eco de un enorme coliseo, presagia algo terrible: has elegido el camino que lleva al infierno. Quizás el calor del momento te impida verlo; quizás el verde del pasto te deslumbre y el blanco de la cal te confunda; pero aquél sonido gutural, como un grito de las mismas entrañas del estadio, no puede ser más claro. Sólo una campana te avisará al final del trayecto. Si es así, has llegado al mismísimo infierno.
Y es que ayer, supuesto día de festividad valencianí tras el fichaje de Abdennour y la clasificación para la Champions, en Mestalla hubo de todo menos fiesta. Las gradas ardieron ante un equipo inconsistente, que no despertó ni con los cambios (algunos más afortunados que otros, todo hay que decirlo). Estrenándote en casa y ante un rival asequible (a priori), los de Nuno no demostraron en ningún momento intensidad, acierto ni criterio. Sólo un Mustafi que lleva rindiendo a un nivel excelso en lo que va de temporada y los chispazos de un Feghouli que salía de recambio se pueden salvar de la pira. Nada más. Triste bagaje para un partido del que se esperaban los tres puntos, como mínimo.
Más allá de las rotaciones, excusa fácil, sigue llamando la atención que, a pesar de partir como local, el equipo juegue siempre aculado. La estrategia defensiva de Nuno sería aplaudida de existir un plan de ataque coherente con este estilo de juego. Pero este “plan de ataque” brilla por su ausencia. Pocas son las ocasiones en que este Valencia genera sensación de peligro, más ocupado por achicar balones del área propia que por poner balones al área rival. El centro del campo se enfanga en tareas defensivas y hasta los extremos — que hay que recordar que no son extremos, son delanteros reconvertidos a extremos, con todo lo que ello conlleva — se dedican a tareas defensivas en lugar de a atacar y atacar. En este contexto, es normal que el delantero, sea el que sea, esté más sólo que la una y le cueste rascar bola.


El Depor comenzaba avisando pronto, pero nadie despertó, el mensaje pareció pasar desapercibido para el Valencia. Ninguno estaba muy por la labor de captar mensajes; ni siquiera el míster, que tras escuchar los pitos, decía en rueda de prensa que merecimos ganar el partido. Nada de autocrítica. Sin embargo, y como él mismo confirma al último periodista que le pregunta en la rueda de prensa post-partido, al acabar el encuentro no se dirigió a saludar a la afición como suele, sino que encaró el vestuario entre pitos. Parece que no le sentaron bien. Es curioso que, a pesar de este gesto, definiera los pitos como «una manifestación de tristeza, la afición quería que hoy se produjera una victoria». Cosas del luso, al que cada día más se le empieza a poner cara de Unai Emery cuando sale a rueda de prensa.
El público al final es soberano. Se expresa en cada momento con cómo piensa. Y yo creo que todos estamos aquí para buscar lo mejor para el Valencia; no creo que nadie tire piedras contra su propio tejado
               Javi Fuego, declaraciones post-partido.

El equipo jugó un mal partido en todas sus líneas. A pesar de ello, no es el fin del mundo, todo se puede solucionar. Lo que sí es un síntoma realmente preocupante es la falta de autocrítica. Que la respuesta de Nuno para cualquier empate o derrota sea un “merecimos ganar” no sirve de nada. Lo único que sirve es que tu equipo se lo deje todo en el campo, ganes o pierdas. Y si no eres capaz de conseguir que tus jugadores rindan al 200% en cada partido, ya sea por una causa o por otra, lo mínimo es la autocrítica, aprender de los propios errores. De lo contrario, el luso estará caminando por sendas peligrosas.

“Por ahí no, amigo, la salida del infierno está por allá”, es el mensaje que lanzan las trompetas de Caronte. Sin embargo, nadie obliga a obedecerlas. Aunque no deja de ser curioso que, desde el momento que las oyes, ya sabes que algo no funciona bien; y también sabes que lo próximo que puedes oír es una campana que señala tu llegada al infierno. Bienvenido al Hades.

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