Calma y sangre fría

lunes, septiembre 21, 2015

Valencia es un lugar singular para el fútbol. La afición che es exigente y fiel a partes iguales, pero sufrimos una bipolaridad que a veces repercute negativamente en lo deportivo. Pese a una temporada de ensueño con 77 puntos y el soñado regreso a la Champions League. Esa misma en la que el mundo blanquinegro ensalzó a Peter Lim y a su nuevo proyecto.

En unos días hemos pasado del ‘Locus amoenus’ y el ‘Carpe diem’ al ‘Omnia mors aequat’. La gente tiene ganas de Fallas desde finales de julio. Ni un mes de tranquilidad en la Avenida de Suecia, vaya. Parte de la grada ya ha colocado la espada de Damócles sobre Nuno. Y el titubeante inicio de campaña solo ha sido la coartada perfecta para que algunos acerquen un poco más el filo al cuello del técnico. Al luso le ha pasado factura notablemente la salida de Amadeo Salvo y Rufete del club, y, la discutida planificación deportiva diseñada por George. De hecho sin que rodara el balón de forma oficial, en la presentación ya recibió los primeros silbidos. Una situación propia de Valle Inclán. No seré yo el que mate o ensalce a Nuno, tan solo pediré análisis, contextualización y que cada uno, con los ingredientes necesarios, prepare la receta de su opinión al gusto.

Nuno no es Zeus, aunque la renovación por tres años así lo dicte, pero tampoco es Saruman, aunque le falte autocrítica, - que ya asoma – y esté señalado pase lo que pase en el plano deportivo. No podemos ser unos ‘mojabragas’ y en tres meses tras cinco encuentros pedir una destitución. No es lógico, ni coherente. El tema es mucho más complejo.

El equipo no ha evolucionado. Eso es así. Pese al dinero gastado en verano y tratarse de la segunda pretemporada del preparador luso, el Valencia sigue mostrando las mismas carencias y virtudes que le llevaron a la Champions League en mayo. Pero se logró el objetivo y pocos se atrevieron a piar porque Nuno tenía un parapeto- que él también ha contribuido a quitarse -. Desde hace semanas los tambores de guerra retumban en Mestalla. La salida de Salvo y la poca cintura de Nuno para capear el temporal, la destructiva campaña de los medios antes afines al anterior régimen, la sospechosa planificación de Dios Mendes y los resultados inesperados en el inicio, provocan el primer atisbo serio de Cremà en el templo de la Avenida de Suecia.

Dejando a un lado el plano institucional, ¿en qué ha cambiado el equipo en unos meses? En nada. Simplemente que los resultados no llegan. El año pasado el plan che era el de encajar pocos goles, contragolpear y no errar en la finalización. Un objetivo claro y sencillo cuando las piezas encajan a la perfección. Lo cierto es que de la columna vertebral de esa estrategia fallan tres piezas. Nuno no cuenta con un Alves excelso, un Otamendi como baluarte defensivo, y la conexión Parejo-André que tanto control te daba en el partido. El portugués no ha podido construir una defensa sólida. Abdennour llegó sobre la bocina, Gayà no es el de año pasado, el portero a priori titular está lesionado y Barragán vuelve a tirar al monte. Si le añades que Parejo está en modo ‘pechofrío’ y André vuelve de tres meses de lesión, la fórmula del éxito queda en forma de pelota de papel en una papelera de Paterna.

En los micrófonos de El Matador Valencia en la previa del Sporting y a final del curso pasado ya lo dije. Más que los resultados, me preocupa que el equipo no haya evolucionado. Que siga igual para bien y para mal que en Almería. Lo cierto es que la actuación del Valencia en las segundas mitades frente al Zenit y Sporting y en gran parte del encuentro frente al Real Betis ha sido positiva. Pero los resultados tapan esa realidad. Una adaptación es una tarea ardua – véase Negredo o Enzo – y más cuando la base no es sólida por circunstancias ajenas al entrenador.

A Nuno le podemos recriminar sus decisiones en el mercado estival. Incluso discutirle alineaciones o convocatorias. Estar más o menos de acuerdo en las rotaciones a estas alturas del curso (igual resulta que en marzo estamos frescos y vivos en tres competiciones). Pero no podemos matar a nadie tras un mes. ¿Se imaginan si el Barcelona llega a destituir a Luis Enrique tras Anoeta? Debemos mirar más allá del resultado inmediato en un proyecto a medio plazo. Contextualizar, analizar, trabajar y marcarse unos plazos de evaluación realistas. Y en cuatro partidos ligueros no se puede obtener una muestra seria. Y mucho menos cargarse la temporada por tres empates. Porque una destitución provocaría eso. Un nuevo plan, un nuevo once, una nueva adaptación y entonces sí que estaremos en Fallas cuando queramos darnos cuenta. Cuando haya que matar a Nuno, yo seré el primero. Pero ahora critiquemos para construir, apoyemos para ganar y tengamos paciencia. Al menos un mes más. Porque como decía Josep Lizondo (Desmemoriats), ¿cómo explicamos la destitución de un entrenador que ha perdido uno de los últimos 21 partidos de liga jugados y logró el record de puntos la temporada pasada en tan solo un mes?







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