Qué mala es la afición del Valencia
martes, octubre 28, 2014La sociedad, y más concretamente la castellana, tiene la infeliz costumbre de poner apodos o marcas a las personas, o incluso a los grupos, según como venga dada la mano. Puedes quedar marcado por lo que haces o por cómo lo haces, por lo que dices o dejas de decir, por lo que piensas o por lo que pensaron tus ascendientes. No hay límites, la cuestión es dejar señaladas a esas personas para que el resto vean y entiendan la carga, la losa que llevan a sus espaldas. Lo que no cabe dentro de la concepción de la catalogación como forma de vida es que las personas cambian, que muchos llevan de por vida un lastre que no les corresponde y les puede hacer perder velocidad en su carrera por la constante progresión. Esta reflexión es perfectamente aplicable a las aficiones de los equipos de futbol; y de cualquier deporte, si lo miramos bien, aunque nosotros la aplicaremos, cómo no, al caso del balompié.
En estos tiempos que corren, recién salidos del duopolio de
facto – aunque todavía no hayamos salido del duopolio económico –, todas las
aficiones que no sean la del Madrid están sometidas al dedo acusador de la
Meseta. Bueno, digo estos tiempos que corren, pero las cosas no han cambiado de
ayer a hoy, ni tampoco cambiarán de hoy para mañana. Cualquier atisbo de rival
para el club merengue es perseguido desde el centro de España por una jauría de
lobos que no entiende de razones, sólo sabe que el Madrid es el mejor y así
debe seguir por los tiempos de los tiempos. La Meseta descarga toda su
artillería para salvaguardar el señorío del adalid. Pero, ¿qué es la Meseta? La
Meseta es una especie de Sauron (para los poco cinéfilos, personaje de El Señor
de los Anillos), un ojo que todo lo ve y lo controla, un generador de miedo y
sometimiento en la población, un gigantesco lobby que se oculta delante de
nuestras narices.
Y parece ser que, ante el temor a quedar estigmatizados por
este potente grupo de presión, se ha de perder la capacidad crítica. Desaprovechamos
esta destreza totipotente por tal de no salir en Los Manolos o en Jugones –
programas deportivos de primer nivel europeo, claro – como la afición que no
está contenta con nada de su equipo, la que pita, la que se va del campo cuando
su equipo está haciendo el ridículo y ve que nadie hace nada por remediarlo, la
que no respalda proyectos sin pies ni cabeza.
Ser crítico tampoco se trata de eso, no es pitar ni sacar
pañuelos, aunque si la situación lo requiere, es una medida desesperada para
hacer que la afición se oiga – para nosotros eso era antes, cuando los
mandamases vivían en una burbuja. Ser crítico no es estar descontento ni
enfadado siempre con lo que hace tu equipo, se trata de ser objetivo y observar
cualquier error en el engranaje que te pueda hacer perder eficiencia, sin caer
en sentimientos que puedan distorsionar las apreciaciones. Ser crítico es no
conformarse con lo que se ve, porque nada es lo que parece. Ser crítico es
aspirar a que tu equipo consiga alcanzar la utopía paso a paso. Y solamente
siendo críticos colaboraremos de manera inestimable en la progresión de nuestro
equipo – eso sí, para ganarnos el derecho a poder ser críticos con nuestro
club, antes debemos demostrar que somos incondicionales a él, que lo apoyamos
en las buenas y en las malas, que siempre nuestra garganta cantará sus goles,
coreará sus nombres y gritará en defensa de sus intereses.
Ha sido regalando esta capacidad ante la represión mediática
como se generaron aficiones amordazadas y solo gracias a esta coyuntura tuvo
cabida el duopolio. Ninguna afición se atrevía a reclamar cosas en serio,
porque sabía que si lo hacía, al día siguiente iba a salir en todos los
programas y periódicos deportivos etiquetada de “mala afición”, consiguiendo
esto que solo los dos equipos con más recursos monopolizaran todos los aspectos
de la competición y que el resto se desmoronaran poco a poco. Y fijaos que, tan
solo cuando nos movilizamos, cuando salimos a la calle para reclamar que no
usaran como un juguete lo que nos pertenece, que ya era hora de proyectos
serios, solamente en ese momento nos hicieron caso y fue cuando conseguimos que
nuestro equipo levantara cabeza.
No, la posesión de esta capacidad y su uso es algo
fundamental para que no nos utilicen como marionetas, para no ser cómplices de
un duopolio ni de la demolición de nuestro propio equipo. No nos podemos
permitir el perder la capacidad crítica si queremos que nuestro equipo vuelva a
estar por encima de los dos intocables. No podemos dejarnos llevar por la ola
de dinero que se avecina ni por la emoción del momento, debemos mirar con
perspectiva, sabiendo que este Valencia es un proyecto a largo plazo y sabiendo
también que Roma no se construyó en un día, aunque por ello digan “qué mala es
la afición del Valencia”; pero eso a nosotros nos dará igual, porque para
entonces ya estaremos por encima de ellos.
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