Cuentos de hadas y otras chorradas

martes, octubre 07, 2014


Puede que, hace dos o tres años, nos sonara a cuento chino – y nunca mejor dicho – que el Valencia lo fuera a comprar un multimillonario singapurense y que, en sus primeros partidos, el equipo metiera miedo y arrasara. Puede que si esto se lo hubieran referido a cualquier valencianista hace dos o tres temporadas, algunos no hubieran creído al mensajero del futuro; otros hubieran dicho que todo es posible, incluso que con Emery de entrenador ganáramos algo; otros hubieran preguntado dónde tenían que firmar. Yo no sé en qué grupo hubiera estado entonces, pero a día de hoy, sabiendo lo que sé, me hubiera gustado estar en el tercero.
Pero eso era hace dos o tres años. En aquella época ningún viajero en el tiempo vino y nos informó de lo que ocurriría y, a pesar de ello, a pesar de esa incertidumbre, nosotros aguantamos defendiendo estos colores, este escudo. Muchos se bajaron del carro, sí. Muchos dejaron de creer, también. Pero los valencianistas de cuna, los que llevamos bordado en el corazón el murciélago, los de sangre blanquinegra, aguantamos estoicos los golpes - y eso que fueron muchos. No dejamos de creer tras casi descender con Koeman. No dejamos de creer tras años de mediocridad con Emery. No dejamos de creer tras los dos años de inestabilidad en el banquillo (de Pelegrino a Pizzi). Ni dejamos de creer cuando el club parecía a la orilla del abismo del concurso de acreedores. Al contrario, seguimos orgullosos de ser del Valencia, vistiendo la camiseta de nuestro equipo, viendo todos y cada uno de los partidos, saliendo a la calle a defender lo que es una parte de nosotros.



Quién nos iba decir, tras ver partidos como el 3-6 que nos endosó el Madrid de Mourinho en nuestra propia casa, o partidos como ante aquél Osasuna inferior que nos remontó un 1-3 o tras goles como el de M’Bia, que duelen en el alma tanto como la muerte de un sueño, que veríamos partidos como el de este sábado. Partidos en casa, o mejor dicho, en el fortín, que parecen sentenciados antes incluso que el balón comenzara a rodar. Partidos en que la afición es el jugador número 12. Y el 13 y el 14. Partidos en que el rival no es tal y no puede jugar solamente con el nombre o el escudo. En Mestalla, o se pelea o se perece, debería ser el lema. Lucha o muere, es ley de vida, la ley de Mestalla. Y hasta ahora todos han perecido.
Señoras y señores, los cuentos de hadas no existen. Existen la corrupción y los mangantes, la bajeza moral, la dejadez institucional y la miseria, lustros de vivir en la inopia y de fichajes baratos y ventas igual de baratas. Pero esto se ha combatido con esfuerzo, con convicción, con amor y cariño verdadero por algo, con trabajo y lucha por lo que se ama y a lo que se pertenece. No hay recetas mágicas para los problemas, solo hay gente que se preocupa por que se resuelvan. Y yo quiero dar gracias a toda la gente que se preocupó por que este problema se resolviera, que se preocupó por que el Valencia fuera viable y no acabara en tercera regional, que se preocupó por erradicar los ladrones de la cúpula del club, que se preocupó por nuestro equipo. Gracias, de corazón, porque sin todos ellos, nada de esto sería realidad.


Rodrigo Ramis / @AMUNT_VLC_CF

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