V de Valencia
viernes, octubre 17, 2014
Recuerden esa mítica frase, de esa menos mítica (para mi gusto) película, V de vendetta, que no de Valencia, aunque bien podríamos poner el nombre de este nuestro equipo titulando ese film. Y es que esto de la venta del Valencia se empieza a parecer a una película, de esas de serie B, donde parece que los actores han sido elegidos a dedo por un director con ganas de ver al público levantándose de sus sillas a mitad de la película y marchándose, no sin antes gritar lo mala que es exigiendo que se les devuelva el dinero por tener que aguantar tal estupor.
Pero vamos a lo que nos atañe, seguramente todo esto no empezó un 5 de noviembre, para el caso lo mismo nos da, no me refiero a la venta como tal, sino al día que la locura se instaló en esta entidad y parecía que se quedaría por los restos, un fatídico día en el que un grupo de empresarios/políticos/ amiguetes decidieron sentarse en una mesa para maniobrar una estrategia tan lamentable como mal ejecutada, para que nadie los pudiera tirar del trono valencianí, ese trono de hierro que ahora está tan de moda, firmando hasta la muerte de Manolete y vendiendo a quien hiciera falta para que nadie les pudiera quitar nunca el juguetito, una CONSPIRACIÓN en toda regla.
Esta conspiración tiene unos actores que más que un Oscar se merecen otra cosa, que por supuesto me ahorrare decir, estos “personajes” fueron dejando un rastro de PÓLVORA allá por donde pasaban, sin saber que un día esa pólvora podría prender con la más mínima chispa y podría hacer que ardiera hasta el más pintado.
Y ese día llegó, gracias en gran parte al avance de las nuevas tecnologías, a través de las cuales una masa de afición enfurecida empezó a sospechar que algún medio y algún alto cargo, por h o por b, habían estado tapando muchas vergüenzas de antiguos mandamases (por supuesto no todos, ni siquiera la mayoría), esa masa empezó a olerse una TRAICIÓN mayúscula en la que todos sus componentes habían utilizado el escudo decorado con un murciélago para lucrase, bien fuera siendo presidente, el político de turno, o el vocero-estomago agradecido, que incluso nos quería convencer de lo bueno que era el gran gestor y lo magnifica que era la operación Newcoval (já, lo mismo da que le cambies el nombre a la empresa, la operación seguía siendo la ruina absoluta).
Y llegado a este punto toda una afición se dio cuenta que esta también era su guerra, que lo que estaba en juego era el equipo de sus amores y da lo mismo que fuera haciendo TT en la WorldWideWeb cada vez que la ocasión lo requería, haciendo una manifestación pacífica en pleno agosto con más de seis mil personas... La cuestión es que había despertado y tenía claro que unida nada ni nadie iba a poder con ellos.
Porque, ¿sabéis una cosa? Cuando tú llevas mucho tiempo con tu pareja y esta te trata como un despojo, llega un día que te vas con la primera que te guiñe un ojo. Y eso nos ha pasado, quizás el señor Lim no venga y ponga mil “mishones”o, cuidado con esto, no tenga un avión de oro (sí señores sí, cosas así hemos tenido que escuchar los Ches), pero ha calado dentro de una afición harta de dar y no recibir nada a cambio. Ayudado por un presidente que ha sabido como ganarse a una afición ávida de tener un equipo como el de antaño, una afición que no necesita ganar una liga para llenar Mestalla, tan solo que se le cuide y se les recuerde que el Valencia es quien es gracias a ellos.
Pero como cualquier dictadura por larga que parezca, todas llegan a su fin, en este caso en forma de vendetta del destino, arrebatando el juguete ya gastado y deshilachado de unas manos que no hacían más que estrujarlo para ver cuánto daba de si. Después de ya casi año (que pronto se dice y que largo se ha hecho), muchas informaciones que cambiaban en 24 horas, ilusiones que pasaban a ser desilusiones en cuestión de minutos y sufrimiento, mucho sufrimiento, parece que esta vez sí, el banco que creyó ser el dueño de un sentimiento durante muchos años, va a golpear el tatami para rendirse, sacando un buen pellizco, y dejando, por fin, dejar volar libre el murciélago.
Este parece el final de una dictadura a la valenciana, que espero que acabe, esta vez sí, como en la película antes mencionada, con un castillo de fuegos artificiales y final feliz, entonces sí que podremos cambiar el nombre y que pase a ser nuestra V de Valencia.
Edu López (@edu_amunt)
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