¿Todo esto era legal?
domingo, febrero 02, 2014
La película empezó con el guión esperado. Con el pez grande arrinconando al pequeño contra la pared. Con el matón de turno robándole la pelota al menudo. Un asedio en toda regla. Un abuso. Y un gol que se encontraba Alexis después de que Messi se quedará entre el chut y el centro. El chileno aún anda preguntándose a que virgen le rezó para que ese remate con el tobillo acabará pasando por encima de la testa de Alves. Para algunos expertos fue una genialidad. Un recurso inigualable. Yo le llamo potra. Ignorante de mi.
Primer gancho a la mandíbula. KO en el minuto 6. Y recibiendo hostias como panes 35 minutos más. Solo Parejo, Parejo de mi vida, robó el balón en terreno azulgrana, se plantó en el área rival e hilvanó una jugada de libro para subir el empate a 1 al marcador. Nos iluminó. Nos sacó de la mediocridad instalada. Del odioso conformismo instalado en las filas del club. Y nos hizo creer. Nos hizo creer que un equipo anclado en el pasado y ahogado por las deudas podía vencer a todo un pez gordo de Wall Street. El menudo se marchaba al descanso por el túnel de vestuarios mirando con ojos de asesino al matón del recreo.
Nunca pensé que vería a Barragán ganarle una carrera a Jordi Alba, pero pasó. Nada más empezar la segunda parte, nuestro suplente preferido le comía la tostada al tránsfuga y ponía un centro para que Alcácer rematara a la red. El balón quedó en el aire y contra todo pronóstico fue Piatti el que saltó más que Dani Alves para cabecear el esférico y hacerle una vaselina a Valdés. Los expertos vuelven a decir que el cabeceo es intencionado. Yo creo que la virgen que se le apareció a Alexis seguía teniendo ansias de protagonismo, pero el balón estaba dentro. 1-2. El pez pequeño sacaba los dientes y pegaba unos bocados de cuidado. Pero el pez gordo es el pez gordo, y la justicia, por desgracia, dista mucho de ser igual para todos. El hombro de Ricardo Costa sirvió de perfecta excusa para que el arbitro señalara el punto de penalti. Gol de Messi. 2-2.
Daba igual. El Valencia no era el mismo del primer tiempo. Ver la gloria durante esos minutos mágicos les había cambiado el chip. Ya no existían peces, ni pobres, ni ricos. Feghouli cogió el balón, se meó a tres defensas rivales y le dio el balón a Paquito Alcácer para poner el tercero. El Camp Nou pitaba, Pizzi reía y Vargas debutaba. Desde el Guaje no teníamos un delantero rápido. A partir de ahí todo fueron contras letales del Valencia, salidas vertiginosas de balón, confianza a raudales y seguridad defensiva. Solo Messi en una genialidad consiguió romper el cerrojo ché. Y falló. Wall Street caía. El pez pequeño devoraba al grande. El Camp Nou pedía la independencia, de España y de su defensa. La revolución de Rufete le llaman. Yo le llamo recuperar nuestro orgullo.
Ayer violamos al Barça, quemamos las gradas del Camp Nou, nos fuímos con una sonrisa en la boca y le dimos puerta a todos los lastres del equipo. ¿Y todo eso era legal? Ni lo se, ni me importa. Pero creo que ahora todo Wall Street nos teme. No es como empieza, es como acaba. Que pase el siguiente.
0 comentarios