Valencia Master Class
viernes, febrero 06, 2015
Después de la tormenta, siempre llega la calma. Esto es lo que nos enseñan a todos desde bien pequeños, para que levantemos cabeza en los malos momentos o para saber que nuestra vida no va a ser un camino de rosas en el que las cosas siempre nos van a salir a pedir de boca. Pero normalmente nunca se acuerdan de enseñarnos algo igual de importante y que, por desconocimiento o simplemente por interés, nos cuesta aprender por nosotros mismos, y es que, después de la calma, la vuelta de la tormenta está más y más cerca.
Y esto me empieza a recordar mucho al devenir del Valencia en esta liga si no cambian mucho las cosas, un equipo capaz de lo mejor y lo peor, un equipo que, recordando el título de mi última opinión, se convierte en el murciélago de las dos caras. Una escuadra capaz de jugar en Mestalla y hacer que el astro rey brille en el cielo con más fuerza que nunca, desplegando un juego capaz de tumbar un equipo plagado de estrellas y relanzar hasta lo más alto la ilusión de su gente y, tan solo una semana más tarde, encapotar el cielo con unas nubes tan negras que impresionarían al mismísimo Mario Picazo, convirtiendo una defensa casi perfecta en una defensa de equipo de barrio y una delantera letal en una delantera a la que pararía cualquier equipo juvenil, el Valencia se convierte lejos de su feudo en un juguete en manos de cualquier equipo.
Todo este desbarajuste puede tener diferentes motivos, pero personalmente me gustaría hacer hincapié en uno, en uno que he visto mejorar entre poco y nada en los últimos años y que hace que al Valencia le esté costando volver a ser el que era antaño, incluso con una fuerte inversión económica. El equipo valencianí es y ha sido un gran club, un equipo al que cualquier jugador quería venir y que, por diferentes motivos, pasó de convertirse en un club de residencia fija a un club trampolín, donde cada jugador que destacaba sabía que tendría la oportunidad de probar en cualquier otro equipo, porque el Valencia acabaría deshaciéndose de él por unos motivos u otros. El club che se convirtió en el equipo “renoventa”, en el que el sufrido aficionado blanquinegro sabía que cada renovación de una de sus estrellas vendría precedida de una venta más que anunciada.
El club de la avenida de Suecia pasó de ser Harvard, una universidad privada y con mucha solera, a la que iban los alumnos más aventajados a los que se les miraba hasta la letra de su expediente y en la que sacarse un master valía y costaba lo suyo, a convertirse en una universidad pública (sin desmerecer a estas) en la que sacarse un master era mucho más económico y una vez lo tenías, podías salir a probar suerte a cualquier otra parte. El equipo del Turia se dedicó a regalar licenciaturas tanto a jugadores como a entrenadores, que venían sin saber mucho y se iban de aquí cuando ya eran poseedores del doctorado. Eso provocó que un equipo basado en la fuerza del grupo fuera convirtiéndose poco a poco en un vestuario plagado de jugadores que no sabían muy bien donde estaban y mucho menos el peso que tenía la camiseta que se ponían cada domingo. El club vendía a sus licenciados y se quedaba con los repetidores.
A base de esfuerzo y cartera, en este último año el Valencia ha conseguido empezar a crear un proyecto de jugadores, invirtiendo en calidad y, lo más importante, convenciendo del proyecto a jugadores como Alcácer y esperemos que pronto a Gayá, jugadores que con el proyecto de hace unos años hubiesen sido incluidos en las mencionadas "renoventas". Después de conseguir esto con los jugadores, el club no puede seguir regalando masters a ningún entrenador porque, aún declarándome fan del Nunismo y poniéndolo muy por delante del último entrenador que se sacó aquí el título ("El Catedrático" le llaman) hemos de reconocer que Nuno no consigue dar con la tecla del equipo fuera de casa, y que no parece tener reacción una vez superado el ecuador de la temporada, algo muy peligroso para un equipo que ha invertido tanto dinero en fichajes y que esta obligado a pelear por los puestos más altos. El Valencia debe de saber que necesita un entrenador con el doctorado bajo el brazo (ojalá sea Nuno y el club esté en lo cierto, será una gran noticia para todos), porque, sin quitarles un ápice de culpa a los jugadores, por todos es sabido que una orquesta por muy buena que sea, no afina perfectamente sin un gran director, y el Valencia debe parecerse muy mucho a la filarmónica de Viena si quiere entonar el próximo año el himno de la Champions.
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