Licencia para soñar
jueves, noviembre 06, 2014
¿Es un sueño volver a pensar en un Valencia grande y peleando por títulos? Pues miren, a priori, quizás sí lo sea, pero hoy en día ¿quién sería tan osado de intentar despertar al aficionado che de este sueño tan bonito en el que se ha sumido en el primer tercio de la temporada? Ni el mismimo Morfeo podría cometer tal atrocidad, ¿y saben porqué? por que el aficionado blanquinegro ha vivido tantos años deambulando por una pesadilla que parecía interminable, que en cuanto la oscuridad se ha alejado un poco del templo de la avenida de Suecia ha desplegado sus alas para volar tan alto como estas le permitan.
Y es que esta terrible pesadilla empezó hace mucho, mucho tiempo, más del que a veces nos gustaría recordar, porque aunque muchos podamos opinar que esta locura, para nada transitoria, es reciente, la realidad es que todo empezó un terrible día del año 1991 cuando el Valencia pasó de ser un club de fútbol a una SAD, desde ese maldito instante el club blanquinegro dejó de ser de sus socios, arrancándole de quajo el corazón al murciélago. Es cierto que antes de eso el Valencia había vivido malos años en lo deportivo, pasando incluso un año en el infierno de segunda, pero ni esa estocada fue tan mortal como la vivida en 1991, cuando el club se convirtió en un correcalle de mandatarios nefastos y luchas de poder.
Desde ese momento el murcielago se ha tenido que convertir una y otra vez en Ave Fénix para renacer de sus cenizas, unas cenizas a las que lo ha sumido demasiada gente. El murcielago ha tenido que ver como un presidente como Paco Roig que prometía "Un València campió" tuvo que salir por la puerta de atras de Mestalla, con una afición cansada de pedir su cabeza, pero recuerden, esa bendita afición ya no decidía, por eso después también se ha tenido que tragar a presidentes que ponian y quitaban entrenadores a su antojo, presidentes de un día que luego no han cesado de hacer el ridículo por las ondas manchando el escudo de la señera allá por dónde pasaba, presidentes que pensaban que el Valencia era su juguete particular, se rodeaba de gente sin ningún apego al fútbol y ponía tarifa plana para cualquier fichaje... Así hasta llegar al mandantario donde todo estalló, un dirigente, uno más, que tomó el Valencia como su propio cortijo de amiguetes, donde él hacía y deshacía.
La afición che vivió estos últimos años de la pesadilla con resignación, como si esta ya nunca fuera a terminar, con la sombra del concurso de acreedores rondando por los aledaños de Mestalla, haciendo dudar si al final sería la mejor opción, acudiendo a Mestalla sólo por amor a sus colores, como los padres que tienen un hijo descarriado pero saben que haga lo haga y pase lo que pase siempre lo van a llevar en su corazón.
Pero como todas las pesadillas, está también parece que ha llegado a su fin, dejando para el Valencia la mejor peor noticia de sus casi cien años de vida, con el poder despojado de sus socios pero en manos de un magnate amante del fútbol, que se ha unido a uno de los presindentes más aclamados en la historia de este club, seguramente lo mejor que le podía pasar. Y junto a ellos Rufete, el Nunismo, jugadores con clase, gladiadores del cesped, bombas en ataque, un equipo con hambre, con 23 goles en 10 jornadas... Entonces yo me vuelvo a preguntar, ¿quién después de la pesadilla vivida por los ches les va a querer despertar del sueño? Nos hemos ganado al menos poder soñar, así que sueñen, que los sueños a veces se cumplen y este nuevo Valencia nos permite hacerlo.
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