¿Qué fue de: Adrian Ilie?
miércoles, febrero 12, 2014"Letal, como una cobra, que te pica y te mata". Ese era Adrian Ilie y así le bautizó Ranieri. El rumano -que llegó procedente del Galatasaray por la friolera de 7 millones de dólares- la rompió nada más llegar a Valencia. Con 13 goles en la segunda vuelta de la temporada 97/98 el ariete se convertía en uno de los fichajes de invierno más rentables y prometedores de la historia del Valencia. Una rentabilidad que se diluyó a pasos agigantados al mismo ritmo en el que la promesa se convertía en mediocridad.
Pese a ganarse el favor de las gradas de Mestalla después de su gran actuación en la final de Copa frente al Atleti, Adrian comenzó a arrastrar recurrentes problemas físicos en su tobillo y paulatinamente fue desapareciendo de los terrenos de juego. Se marchó después de alzar la primera liga de Benítez cuajando un buen papel, sobretodo en la primera vuelta del campeonato en la que consiguió anotar ocho goles.
Se marchó al Alavés y de promesa ya no tenía nada. Las lesiones seguían martilleándole su maltrecho tobillo y fue incapaz de frenar la caída libre del conjunto de Vitoria, que finalmente daría con sus huesos en la categoría de plata al finalizar la temporada. Ese mismo año, el rumano hacía las maletas y se marchaba al Besiktas de vuelta a tierras turcas para intentar recuperar el prestigio que antaño logró en tierras valencianas. Ni por asomo. El equipo otomano terminó de colocar los clavos sobre el ataúd de sus aspiraciones y condenándole a huir de territorio otomano con dirección a Zurich. Mentiría si dijera que Ilie no tuvo una buena actuación en Suiza. Disfrutó de los minutos que tanto le habían faltado en las temporadas anteriores y se convirtió en uno de los hombres importantes del equipo. Pero era la liga suiza. Un oasis del fútbol europeo en el que el nivel balompedístico brilla por su ausencia. Un total fracaso para un jugador que había maravillado Europa en el Valencia de Cúper y que había inyectado el veneno de su mordedura a la mitad de equipos de la Liga Española.
El Germinal Beerschot belga fue su última intentona como jugador profesional. Con el tobillo destrozado tuvo que decir "basta" y colgar las botas a sus 31 años. Y pese a su retirada, el killer rumano tuvo la oportunidad de volver a los terrenos de juego cuando el extravagante y multimillonario dueño del Terek Grozny ruso le propuso volver a repartir veneno por la estepa para lograr entrar en Europa. Un cheque en blanco con la cifra que quisiera por el tiempo que su cuerpo le permitiera. Los médicos le desaconsejaron su reaparición e Ilie rechazó la propuesta
Hoy, nuestra querida Cobra anida como dueño orgulloso del hotel Ruia, situado en una de las faldas de la estación de esquí de Poiana Brasov, una localidad rumana cerca de su Craiova natal. Fue su suegro el que le recomendó entrar en el negocio de la hosteleria y hoy es uno de los hoteleros más respetados del país. Pero el fútbol sigue corriendo por sus venas. Aprovechando su estancia en la localidad, Adrian fue propietario del Forex Brasov -equipo de la ciudad-, un club que no llegó a pasar de la segunda división y que hoy en día no compite a nivel oficial en ninguna competición, y que tan solo mantiene su escuela de juveniles en activo. Profesionalmente, también trabajó como ojeador en la secretaría técnica del Steaua de Bucarest y sigue pegándole patadas a un balón esporádicamente como integrante de la selección nacional de fútbol playa.
Quizá sea uno de los hosteleros más respetados de Rumanía, quizá sus primeras patadas al balón en Craiova como integrante del Electroputere de su ciudad natal se recuerden con todo el cariño del mundo y quizá considere el golazo que le marcó a Colombia en el Mundial del 98' como lo mejor de su carrera, pero en Valencia siempre le recordaremos como lo que era. Una cobra. Mortal, letal, y que tan solo supo dejarnos alegrías en forma de picotazos. Tu veneno nos caló hondo, y por eso hoy te recordamos. Allá donde estés, un abrazo de todo el equipo de Territorio Valenciastán.
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