Tenemos que hablar
domingo, septiembre 20, 2015
Quería esperar un poco antes de escribir sobre esto. Creo que hace falta frialdad y perspectiva para analizar el fenómeno sociológico que ayer inundó los últimos minutos del Valencia 0–0 Betis. He dejado pasar un día, tiempo que suele ser suficiente para ordenar las ideas y enfriar el corazón. El hecho es que sigo pensando exactamente lo mismo que ayer, sólo que de forma algo menos ofensiva: la afición de este club es una de las más injustas y autodestructivas que conozco para su propio equipo. Sé que muchos no estarán de acuerdo con esta afirmación. Por eso quiero lanzarme a opinar sobre este tema, el cual no es otro que el desconcertante, inconsciente y extraño "Nuno vete ya" que sonó un poco antes de acabar el citado encuentro. No lo entiendo, no lo comparto y apenas puedo respetarlo. Puedo respetar los argumentos, pero no el momento ni las formas. Perdónenme.
No me siento orgulloso del tweet que puse nada más terminar el partido. No deja de ser mi equipo, la afición que lo representa y la opinión de una teórica mayoría. Pero por más que reflexiono, no encuentro razonamientos deportivos que expliquen el comportamiento de esa teórica mayoría. Me explico. Venimos de la segunda mejor temporada de nuestra historia, sólo un poquito por debajo de la del doblete. Es evidente que los tiempos han cambiado y que una campaña de notable alto ya no es suficiente para ganar títulos. Pero de ahí, a pedir la cabeza de tu entrenador por un inicio de liga mejorable (no es ni siquiera malo; es regular), creo que hay un trecho considerable. Parece hasta surrealista pensar que haya una gran facción de la afición en contra de un entrenador que nos ha dado una identidad después de tantos años. ¿Qué motivos escondéis? ¿Dónde están esos motivos que con tanta rabia expresáis? ¿Dónde está el jugador número 12 que a veces es parte fundamental en las victorias del equipo? ¿Por qué imitáis la efervescencia y la irregularidad que tanto le criticáis después a los jugadores?
"A veces me apetece no verte más, mandarlo todo a la mierda y no volver a llamar jamás. ¿Por qué es tan complicado no pelear? ¿Por qué queremos estar bien pero aun así seguiremos mal? Tenemos lenguajes distintos... [...] Yo quiero estar contigo y tú conmigo... pero no sé si coincidimos".
No quiero ser demagogo. Nunca me oiréis decir que hay que animar siempre, contra todo y sean cuales sean las circunstancias. Somos personas y como tales, damos amor a quien nos lo devuelve de alguna forma. Tenemos días mejores y otros peores. El cariño no se puede demostrar todos los días por igual. Pero el caso es que vemos a nuestra pareja una vez a la semana y, en vez de intentar hablar las cosas, empatizar, hacer recíproca la comprensión y tener perspectiva, gritamos sin que pase absolutamente nada. Repito: absolutamente nada. Dicen que el socio, el abonado, el aficionado que paga una entrada, está legitimado a expresar su opinión –esté o no esté justificada–. ¿Pero qué pasa cuando tu mayor apoyo en esta vida (pareja, mejor amigo, familia,...) sobredimensiona todo lo malo y convierte los granos de arena en dunas? Desgaste, cansancio. La pescadilla que se muerde la cola y entra en un bucle del que sólo se sale quemando lo construido. ¿De verdad queremos volver a empezar?
"¿Ya estás más calmada? Tía, eres rara eh. [...] Ayer estábamos tan bien y ahora llamas buscando batalla cuando no ha ocurrido nada... o sea, nada. Vale, es cierto, yo también tengo días de esos; me has aguantado y te lo agradezco. Supongo que la relación tiene momentos: hoy por ti, mañana por mí, ¿no? Y todo eso... De perdonar nada. Si son cosas que pasan. De esto ni nos acordamos mañana. Sabes que yo las cosas las tengo bien claras y nuestras buenas rachas superan con mucho nuestras malas rachas. Lo que tenemos es que intentar calmarnos; somos compañeros, tú me quieres, yo te quiero... A veces es imposible llegar a entendernos con eso de que tú eres de Marte y yo soy de Venus. Tampoco es que haga falta; parte de la gracia está en la pelea, siempre y cuando sea sana".
Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero la época de las finales y de los títulos en Valencia no es pasado; es historia. Aquel calendario fue algo irrepetible, al menos a corto-medio plazo. Seguimos sin pasar página, sin aprender de los errores y sin apreciar lo que tenemos (un buen equipo, un entrenador que va mejorando y unas deficiencias que se atenuarán con el tiempo). Miro con envidia a todas esas aficiones que aplauden, alientan y empujan pese a las derrotas y las malas rachas (este tweet es sólo un ejemplo). Sé que nunca podré pedirle a Mestalla lo mismo porque somos más exagerados que la media: lo bueno es muy bueno; lo malo es lo peor. Pero quizás sí pueda pedir un poco de perspectiva y sentido común, un poco de reflexión postpartido: quizás Rodrigo no jugó tan mal como os pareció, quizás Parejo hizo el partido que pudo acorde al contexto y quizás sin André Gomes somos un equipo obligatoriamente distinto. Quizás el Zenit nos ganó porque plantearon mejor el partido y quizás no conseguimos ganar al Betis porque derrocar a un equipo con diez a veces es más complicado. Pero quizás, y sólo quizás, Nuno reaccionó muy bien en las segundas partes ante ambos equipos, cosa a la que no acostumbró la temporada pasada. Quizás el equipo juegue igual y corra lo mismo, con la diferencia de que no están Otamendi (tu mejor central) y André Gomes (tu jugador más especial) y a eso hay que acostumbrarse. Quizás no estemos tan mal.
Si hablamos sobre el plano deportivo, llevamos 4 jornadas y venimos de hacer 77 puntos. Calma, ya mataremos en la J10. Pero dejemos trabajar
— Iván Carsí (@ICarsi23) septiembre 19, 2015
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