Gayà, el Madrid y Zanetti
martes, febrero 17, 2015
Ya expliqué hace unos meses que
soñar es lo mejor que nos puede pasar; lo será siempre y cuando pongamos todo
nuestro empeño para alcanzar nuestro sueño, porque cumplir los sueños no es imposible. Y el mejor ejemplo de ello es Gayà. Pero cuando los sueños se
convierten en codicia, en falta de principios para conseguir lo que no es
nuestro, en el egoísmo por el egoísmo y no en un medio para alcanzar la
felicidad propia, este argumento se cae por sí solo. De ello me di cuenta tras
las (desafortunadas aunque interesantes) palabras de nuestro embajador Mario
Alberto Kempes. Decía el “Matador” que «si Florentino ha dicho que Gayà lo
quiere el Madrid, el Valencia le puede renovar el contrato hoy por 200 millones
de cláusula que Gayà se va a ir al Madrid». Y claro, que tu embajador diga que
no hay nada que hacer con la última perla de la Academia GloVal, pues como que
molesta.
No, la mayoría de los
valencianistas no comparten las palabras del argentino, pero no porque no crean
lo mismo que él, sino porque no lo quieren creer; porque sueñan con Gayà
trotando por la banda izquierda de Mestalla hasta el final de los tiempos. Si
fuera de otra manera, no se diría aquello de «¡Gayà, no te vayas!». Yo, sin
embargo, estoy completamente convencido de que Kempes está equivocado. No soy
admirador de afirmar con rotundidad, porque en esta vida hay pocas cosas
seguras más que la muerte, pero aquí me veo obligado a mojarme. Me puedo
equivocar como todo hijo de vecino, eso está claro, pero pondré la mano en el
fuego aún a riesgo de quemarme porque esta vez no tengo miedo.
Decía que Kempes está totalmente
equivocado en su manifestación porque lleva implícita una generalización
errónea: el dinero seduce a cualquiera. Y aunque no vaya muy desencaminado el
hombre, no calculó bien de quién estaba hablando. José Luis Gayà lleva desde
los once años con el escudo del Valencia al pecho, pero no hay que olvidar que
nació con él en el corazón. Pedreguer, su pueblo — y el mío—, respira
valencianismo por los cuatro costados; aunque barcelonistas y madridistas hay
en todos lados, el sentimiento valencianista es muy importante en el pueblo,
que cuenta con una peña a la que poder nombrar como su hijo predilecto. También
su familia es valencianista. Prueba de ello es que su padre estuvo dispuesto a
hacerse 200 kilómetros durante cuatro días a la semana y a lo largo de dos años
para acompañar a su hijo a entrenar (en el tercer año le llevaba del pueblo a
Paterna una furgona y en el cuarto año ya se quedó en la residencia de la
Academia). Antes de todo esto pudo haber aceptado una oferta de la cantera del
Hércules, que se fijó en el alicantino antes que el club del Turia, pero la
declinaron. Si hicieron ese sacrificio, fue por el Valencia, no por el dinero.
Creo que no hay mejor ejemplo de
futbolista que siente los colores y el oficio que Javier Zanetti. Curiosamente,
comparte varias similitudes con lo que hasta ahora ha hecho Gayà. El ascenso
del lateral izquierdo argentino fue meteórico. Tardó apenas tres años en llegar
desde la segunda división argentina hasta el Inter de Milán. Todos apreciaban
en el ‘4’ una madurez precoz, como también se intuía en él su sacrificio
constante, su admirable profesionalidad y que era un jugador de raza. Tampoco
tardó mucho en hacerse con la titularidad en el equipo milanista. Pero lo
importante de esta historia no es la carrera de Zanetti, sino un hecho puntual.
Un hecho que tiene lugar en el año 2000, temporada en que el Real Madrid trata
de ficharle. Todo estaba hecho, el jugador solamente tenía que dar el ‘ok’ y
poner rumbo a la Meseta. Sin embargo, el argentino le dijo a su presidente que
no, que se quería quedar, deseaba seguir jugando en San Siro a pesar de la
sequía de títulos por la que pasaba el club italiano. Todos sabemos cómo acabó
esa historia. No en vano a día de hoy, por tierras milanesas, se conoce a
Zanetti como ‘Il Capitano’.
Si ya en su momento hubo un
jugador de tal calibre que le dijo 'no' al Madrid para quedarse donde estaba,
pese a las circunstancias, ¿porqué duda Kempes? Sencillo: porque creyó que todos son
iguales. No todos los laterales zurdos que salen de la cantera valencianista se
van a otros equipos a contar lo pequeño que es el Valencia. Otros, muy por el
contrario, prefieren quedarse y hacer grande al Valencia. Porque, aunque no lo creáis, existen unos pocos
que sienten los colores de verdad, que saltan al verde con orgullo cuando oyen
a su afición gritar enloquecida antes de un importante partido, a los que les
duele fallar una ocasión como si perdieran vida por ello y que celebran los
goles como si acabaran de ganar un campeonato. Jugadores que se dejan la piel
aunque todo esté ya perdido, porque todo es poco por esta camiseta. Y ahora que
ya no hay excusas ni económicas ni de ningún tipo, hay que mimar más que nunca
este tipo de jugadores; no ya por su valor deportivo, sino porque son
patrimonio de la entidad, porque son portadores de la esencia del club y estandartes
de la afición. Y a mi, al menos, me encantaría poder seguir soñando despierto que Gayà viste y defiende los colores que tanto siente, igual que nosotros.
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