Suerte en popa y a toda vela
viernes, diciembre 05, 2014
El conjunto de Nuno salió a territorio "Bukanero" con el plan B por bandera y volvió a dejar claro que sin centro del campo no hay tesoro escondido que valga. Con Fuego, Filipe y Gil como arquitectos, el Valencia encalló contra la presión rayista aferrándose al balón largo como única medida de ataque. Y eso con una delantera formada por tres gigantes como Piatti, De Paul y Alcácer solo te garantiza volver a perder el esférico. Así transcurrieron los 45 primeros minutos, con los suplentes de Jémez intentando romper el cerrojo que Mustafi, Otamendi y Orbán habían colgado a la portería de Yoel. De Cancelo -alias "mejor que Pereira"- mejor ni hablamos.
El dedo acusador se posó sobre Filipe, y con razón. Cuál pollo sin cabeza, el brasileño corría por el campo incapaz de encontrar su lugar en el verde. Ni defendía, ni atacaba. Ni comía ni dejaba comer. Un estorbo en forma de mediocentro, y cuanto antes entienda el técnico que no puede hacer las veces de Parejo, mejor. Aún con esto, podemos llegar a interpretar que Augusto ocupara en la mente de Nuno un doble pivote a la altura de Fuego para aguantar el chaparrón ofensivo habitual en Vallecas y salir rápido a la contra, pero es que Carles Gil no olió el balón. El chaval, que en teoría debía acoger como suyo el rol de André, no fue capaz ni de retener el cuero, ni de relanzarlo con velocidad para brindarlo con ventaja a los tres de arriba.
Si metemos en una coctelera la hora del partido, la solidez defensiva che y la falta de calidad de Rayo, no podía salir otro adjetivo distinto al de aburrido. Gol del Rayo incluido. Un córner peinado en el primer palo despistó a Orbán que veía con todo lujo de detalles como a Moreno le caía el balón para empujarlo a las redes. La noche pintaba parda al descanso.
Sin cambios para la segunda mitad, los de Nuno adelantaron las líneas timidamente para empezar a merodear área rayista, pero la desconexión era tal que solo un golpe de fortuna podía parir un resultado distinto al que brillaba en el luminoso. Un golpe de fortuna llamado Cobeño. El guardameta salió a blocar un balón largo al que Alcácer no llegaba en la vida y acabó brindándole el gol en bandeja al valenciano después de que la redonda se le escapara de las manos. Era el tercer tiro a puerta del Valencia, después de que Fuego y un atrevido De Paul probaran suerte desde la frontal.
Los de Jémez pusieron una marcha más, pero de donde no hay no se puede sacar, y con un once plagado de los no habituales la sinapsis entre las piezas no dejaba de ser anécdota. Solo Manucho y Pozuelo sacaban algo de petróleo de sus posesiones, mientras que su zaga se jugaba la vida cada vez que quería sacar el balón jugado. Pegaron un pelotazo arriba en todo el partido y su técnico les pegó una broca monumental. Jémez on fire.
El fútbol tiene estas cosas, y es que tuvo que ser Filipe Augusto, probablemente el peor jugador del Valencia ayer, el que metiera con la puntera el pase a profundidad a De Paul para que fusilara a Cobeño. 1-2, remontando y eliminatoria encarrilada. ¿Justo? Probablemente no. ¿Pero desde cuando el fútbol es justo?. Cuatro tiros a puerta, dos goles y un centro del campo inexistente se aliaron con la suerte para asaltar Vallecas en uno de los peores partidos del Valencia esta temporada. Próximo objetivo: Los Cármenes.
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