Cariño, tenemos que hablar...
jueves, noviembre 26, 2015
Sé que esa frase es dura, que un “tenemos que hablar” muy
pocas veces significa algo bueno, pero es que lo necesito. Muchas veces hemos
dejado que esto se enfriase, hemos estado algo distantes, pero sabiendo que
siempre nos teníamos el uno al otro; pero lo de ahora, lo de ahora no lo puedo
esconder.
Lo nuestro empezó hace casi tres décadas, una mirada me
bastó para darme cuenta que serías unos de los
amores de mi vida, tus barras rojas y amarillas, decoradas por una azul y
protegidas por un murciélago, esa forma que tenías de hacerme reír, llorar,
disfrutar… esos sentimientos que podías hacerme sentir casi a la vez, eso, mi
querido Valencia, lo estamos perdiendo.
De verdad que
creo que nuestra relación nunca estuvo tan fría, tan distante, y mira que me
esfuerzo por recordar, recordar momentos en los
que las cosas nos hayan ido así de mal, para tener claro que ya hemos pasado por esto antes, y voy a poder perdonarte una vez más. Busco en mi memoria, tiro de libros,
de recortes de periódicos guardados en el desván, de miles y miles de recuerdos
juntos, pero solo encuentro grandes gestas, títulos
que hemos levantado juntos, remontadas épicas... (¡maldita memoria selectiva!). Necesito
un momento en esta relación en el que las cosas hayan ido así de mal para tener
claro que todo volverá a ser como antes, que algún día nos despertaremos y
veremos que todo ha sido un mal sueño, que volvemos a reír juntos, que el
pasado, pasado está, y que con el tiempo, nos reiremos de esto. Pero quizá no
sea el tiempo el que me ha hecho olvidar nuestras desavenencias, quizá no sea
el tiempo el que hace que no recuerde que tú y yo algún día estuvimos tan
enfadados, quizá no sea eso, quizá sea que de verdad tú y yo jamás hemos estado
tan distantes, y no me extraña, eres uno de los
amores de mi vida y ni en mis peores sueños hubiera imaginado que estaríamos
así.
Yo solo
quiero volver a esas mañanas de risas, cuando recuerdo haberte visto la noche
de antes, esos recuerdos fugaces que me vienen a la mente después de nuestra
cita de los sábados, esa garganta
resquebrajada de gritarte lo guapa que eras, pero de esa felicidad no queda
nada, tan solo lo salva ese maldito segundo cuando al despertar, abro los
ojos, miro hacia arriba, y veo la señera decorada con tu majestuoso escudo
protegiendo mi cama, ese segundo de felicidad hasta que recuerdo lo enfadados
que estábamos y que anoche, una vez más, no te vestiste con tus mejores galas
para mí, ni tan siquiera fuiste capaz de guiñarme un ojo como hacías antaño.
Lo nuestro
siempre tuvo una magia especial, no hacía falta vernos cada día, ni siquiera
saber de ti, solo saber que una vez cada quince días nos veríamos cara a cara,
también tenía claro que no era el único, que cientos de miles tenían el mismo
sentimiento hacia ti y que tú le correspondías a todos y cada uno de ellos , y tal vez, que tanta gente te quisiera como yo
te hacía todavía más especial, pero por eso esta vez no solo me has fallado a
mí, les has fallado a todos.
0 comentarios