Las dos caras de la memoria
lunes, noviembre 30, 2015![]() |
Foto vía: Carla Cortés (@noaasoka) y Nacho de Benito (@deBenitoo) |
La noche del domingo, tras el enésimo ridículo del
cuadro ché esta temporada, saltó la noticia: Nuno se iba. El efecto fue inmediato
y Twitter echaba humo. El esperpento en Nervión quizás aceleró el proceso, pero
el de Santo Tomé llevaba tiempo sentenciado. Tienen más memoria nuestros discos
duros que nuestros cerebros. Han pasado unos meses del gol de Alcácer en Almería.
Aquello fue el broche a una gran temporada -una de las mejores de la historia
del Valencia, con los fríos números en la mano-. Pero eso ya no importa y el ángel
que tuvo Nuno en su primer año debía ser desterrado con la máxima premura. Rodrigo
Caio me lo regaló, Cancelo me lo confirmó.
El portugués se ha visto superado por demasiadas
cosas. El Nunismo ha muerto de éxito. De no saber gestionarlo, de querer
acaparar demasiado poder -algún día habrá que señalar a quien se lo ha
otorgado-. A Nuno se le ha ido de las manos el estado de ánimo del vestuario.
La psicología es un factor clave en el fútbol de élite actual, pero es un arma
de doble filo. La sobreexcitación que Nuno necesitó el primer año en sus
jugadores ha terminado volviéndose en su contra para llevarlo a la cuneta.
No. A Nuno no le absolverá la historia. Su marcha,
necesaria, no será llorada por nadie. En el pecado lleva la penitencia. Pero
hay algo que no debemos olvidar. Los nombres y apellidos de los futbolistas que
conforman la actual plantilla del Valencia Club de Fútbol. Porque han sido
ellos quienes, con su ego, se han reído del escudo que portan en el pecho.
En estas historias siempre hay quien lidera, quien
obedece y quien calla. Pero ya sea por
acción o por omisión, entre todos lo han logrado. En cualquier empresa si no me
gusta mi jefe y por ello no hago mi trabajo voy a la calle. En un equipo de fútbol
es al revés. Pero es que Mercadona no tiene 96 años y medio de historia ni hay miles de
personas que lloran si Consum tiene más beneficios.
Porque un club de fútbol es, hoy en día, una empresa
privada. Y esta, la nuestra, además, es propiedad de un señor que no sólo es que no viva en
Valencia, es que prácticamente ni viene por aquí. Pero mucho más allá de eso, y
aunque a las mafias que controlan el deporte profesional les duela, un club de
fútbol es de su gente. Es la afición quien mantiene esto vivo, quien paga su
pase, recorre kilómetros, compra merchandising y dota de un mínimo sentido a esta
locura.
Ellos, los futbolistas, conscientes o no de todo esto,
no respetan a la afición, como han demostrado estos meses. Pero la gente
seguirá llenando Mestalla, cantando las glorias del equipo bronco y copero que
padres y abuelos han enseñado a amar, sufrirán las derrotas y disfrutarán las
victorias. Esto continuará siendo así, a pesar de los jugadores. Los colores
los siente la afición, que los futbolistas cumplan su parte. Sólo deben ser
profesionales, correr y esforzarse. Y si la pelotita acabando entrando volverán
a ser venerados, es el orden natural de las cosas, pero sólo pido una cosa: no
olvidemos lo que nos han hecho sufrir.
0 comentarios