Benvingut a aquest món, Imbula

viernes, junio 26, 2015

Hay veces que, echando la mirada hacia atrás, ves un sinfín de historias que pudieron ser de otra manera; acaso un rumor perdido entre las vueltas del segundero, algo que fluyó, como todo, y se perdió en la inmensidad de la nada. Recuerdas todos tus errores y tus fuera de pista, contemplas todo lo que crees que debió ser de otra manera, lloras lo que no hiciste por miedo, orgullo o simple ignorancia. En esos momentos comprendes que, sin todas esas equivocaciones, sin todas y cada una de esas máculas, jamás habrías llegado al momento ni al lugar en el que estás; no sabes si todo hubiera sido mejor o peor, sólo puedes imaginarte que hubiera sido distinto, diferente. Y es que no hay destino sino consecuencias, no hay predestinación sino errores y aciertos que nos condenan o nos liberan, en igual medida. Por ello, la valentía reside en asumir todos los errores y los aciertos y seguir hacia adelante, siendo consciente de que no se puede cambiar el pasado, pero sí el presente.
Sean más buenas o más malas, la ejecutiva valencianí ya está tomando decisiones. Aún no sabemos a ciencia cierta quién es la “ejecutiva valencianí”, aunque todos nos lo imaginamos ya, pero para evitar más errores de los que ya cometo, de ahora en adelante me referiré a ella en esos términos.
Una de las últimas decisiones que ha tomado ésta ejecutiva ha sido la de desechar la operación Imbula. Hacía casi un mes que Rufete y el centrocampista francés de origen belga habían llegado a un acuerdo, el jugador estaba apretando a su actual club (Olympique de Marsella) y haciendo a un lado otras ofertas con tal de que la opción del Valencia prevaleciera. Dicen que incluso estaba aprendiendo castellano en estas semanas para adelantar faena antes de llegar a las tierras del Turia. Sin embargo, su llegada no se producirá, pues la ejecutiva no ha creído conveniente invertir los casi 20 millones que el club marsellés le pedía con apremio al club che.
Hasta aquí todo puede parecer correcto, pues el FPF presiona (aunque ahora menos) las arcas del Valencia y ese desembolso puede ser contraproducente. Las dudas me asaltan en el momento en que, tras rechazar esta operación, comienza a sonar con fuerza un jugador como Witsel, que ocupa la misma posición que el francés y costaría incluso más que él — se habla de una cifra cercana a 25 millones —. No pretendo una comparación entre ambos, pero es significativo que, teniendo un acuerdo cerrado con un jugador — además de su total predisposición, pues su padre no paraba de hablar maravillas del Valencia — se rompa sin más y se comience a pensar en otros jugadores de su misma demarcación (incluso más caros). Si se le consideraba válido para jugar en el Valencia antes, ¿qué cambió para que de repente no se le quisiera?


No me parece procedente hablar de GloVal Respect y después jugar con los jugadores de la misma manera que los jugadores juegan con los clubes. El respeto, en el fútbol, no es sólo no pitar o insultar al rival, es también respetar la coherencia desde todos los estamentos del club. Si queremos ser un equipo decente, este tipo de situaciones no deberían tener lugar. Entiendo que en el fútbol se deben tantear distintos jugadores antes de fichar a uno. Pero tantear no es llegar a acuerdos con ellos y ficharlos tácitamente. También puedo entender una ruptura en las negociaciones por desavenencias económicas (con el otro club o con el jugador en cuestión), por priorizar otras posiciones o porque el jugador no estuviera del todo convencido con la oferta. Pero teniéndolo todo atado, teniendo al jugador casi de rodillas por jugar aquí y decirle al final que «no, quizá en otra vida», resulta extraño y, desde mi punto de vista, lamentable.
Es muy probable (para mí lo es con total seguridad) que estos sean los postreros coletazos de una guerra encarnizada por hacerse con el control de la “ejecutiva”, puede que sea una muestra más de lo que aún no somos. Yo todavía recuerdo a Kouyaté, el anterior verano, de casi estar pasando el reconocimiento médico con el Valencia a fichar por el West Ham. El senegalés acabó siendo uno de los jugadores que más minutos tuvo en el club inglés, además de demostrar un rendimiento más que bueno. Nosotros, mientras tanto, disfrutamos del fútbol de Filipe Augusto en nuestras carnes. Con este ejemplo no pretendo establecer comparaciones, pero espero que no se repita la misma situación: rechazar al que llega por quien le trae, y no por las aptitudes del propio jugador. No me indigna que venga un jugador u otro, lo que me indigna es la manera en que ese jugador llega. En este caso también me debo indignar con la manera en que el otro no llega: jugar con sus expectativas y darle la espalda en el último momento.
Quizá todo hubiera sido muy distinto de haber llegado Kouyaté la temporada pasada. Mejor o peor, jamás lo sabremos. Lo mismo nos pasará con Imbula, por lo que parece; nos quedaremos con las ganas. Pero como dije al principio, son los errores y los aciertos, en conjunto, los que nos traen hasta el ahora, hasta el aquí. Ahora bien, de las consecuencias que se deriven de esos errores y aciertos tendrá que dar cuenta la ejecutiva, para bien o para mal. Eso de tomar decisiones siempre lleva aparejado el asumir las consecuencias. Y de eso no nos escapamos ninguno en este mundo verdugo de los indecisos y de los demasiado decididos.

Reconocer lo que se hizo bien y lo que se hizo mal para saber qué cambiar y qué mejorar; de eso va el asumir el pasado: de pensar en cómo cambiar el presente, no de cómo justificarlo. Espero que, durante la temporada, no recordemos a Imbula con melancolía, deseando que todo se hubiera desarrollado de otra manera. Pase lo que pase, yo siempre recordaré a Imbula como aquél que, sin haber vestido nunca de blanquinegro, dio más por nuestro club que otros que sí que lo hicieron. Benvingut a aquest món, Imbula. 

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