Rodrigo De Paul, ese gran desconocido

martes, diciembre 16, 2014


Puede que en Valenciastán no quede nadie que no sepa del joven De Paul. Puede que muchos de nosotros estuviésemos enterados desde el principio que a las tierras del Turia no llegaba un cualquiera, sino un chaval con habilidad y desparpajo en el terreno de juego. Puede que todos conozcamos ya lo mal que lo pasó “Rodri” al ser enjuiciado vilmente por un involuntario codazo que nunca debió dar, quedando injustamente apartado del verde por cuatro partidos, con la repercusión anímica que esto tuvo para él y para el propio vestuario. Puede que la gran mayoría de nosotros conociéramos su compleja situación, lo difícil que le resultó hacerse un hueco en el once hasta que apareció el Rayo en el horizonte. Puede que cada día más gente comience a pensar en De Paul como un titular más que factible tras sus dos partidos jugando de inicio. Lo sé: conjeturo demasiado. Pero ya veréis para qué.
Yo, al igual que muchos de los que podáis leer este artículo, sabemos todo esto porque vivimos inmersos en la burbuja valencianí, empapados del día a día del equipo, sin darnos cuenta que, fuera de esa burbuja, el mundo sigue su curso tranquilamente. Es por eso que me sorprendió comprobar que, más allá de las murallas que separan Valencia del resto del mundo, no son tantos los que conocen a nuestro ‘20’. Sin ir más lejos: el otro día, comentando el partido de Liga frente al Rayo con amigos y compañeros de otros equipos, muchos me hacían la siguiente pregunta: ¿quién es De Paul? Como podréis comprender, la consulta me irritaba, pues era fiel reflejo de dos cuestiones: por una parte la situación de “proscripción” que había vivido De Paul desde aquel fatídico encuentro con Aleix Vidal, y por otra, el segundo plano al que se había visto relegado su fichaje. En un verano en que llegó gente como Rodrigo - el hispano-brasileño -, Gomes, Otamendi o Negredo, y con los rumores de Jackson o Enzo, el fichaje de De Paul quedó, a ojos externos, como algo menor. 

Antes de abordar la cuestión planteada, me gustaría iniciar con un tema tangencial: sus comienzos. Todo cobrará sentido al final (espero). El argentino debutó con Racing de Avellaneda en un amistoso ante River a finales de enero de 2013, contando tan sólo con 18 años. Poco a poco, De Paul se iría haciendo un hueco en el once inicial de “la Academia” hasta ser, en cuestión de un año, pieza fundamental en el esquema de Reinaldo “Mostaza” Merlo, su último entrenador. En el lapso de tiempo que De Paul estuvo en el primer equipo, por el banquillo del club blanquiazul pasaron diversos entrenadores, pero todos coincidieron en hacer jugar a “Rodri” por la banda izquierda. Lo curioso del caso es que en las categorías inferiores siempre jugó como “enganche”, de manera tal que hubo de reinventarse al ascender al primer equipo.
Fue tan veloz la progresión del “Pollo” – tal como le apodó su afición – que tras la lesión del capitán del equipo, jugadores y cuerpo técnico decidieron que fuera él quién llevara el brazalete de capitán de Racing, con 18 años todavía. No en vano, la madurez es una de sus características más llamativas, junto con su espíritu luchador. Sin contar aún con 20 años, siempre ha tenido claro cuál es su función en el campo. Ejemplo de esto es la entrevista concedida a TyC Sports, a inicios de 2014, en que un periodista le hablaba en estos términos sobre la mala situación deportiva que pasaba su equipo y el papel que él desempeñó en el terreno de juego: “Uno siempre quiso defender tu posición porque, ante la adversidad, vos nunca te escondiste pese a tu juventud, siempre pediste la pelota y siempre quisiste demostrar”. A lo que el joven sarandiense respondía lo siguiente, entre algún tímido titubeo: “Un poco era lo que uno sabe hacer, pedirla y tratar de hacer jugar al equipo. Por varios momentos no me salió, pero creí que la mejor manera de poder ayudarlos era tratar de seguir pidiéndola, así que bueno, traté de hacer eso”. En las declaraciones de ambos se puede hallar un denominador común: el carácter luchador, la “personalidad” – en palabras del entrevistador – del argentino, quien no baja los brazos nunca, tal como nos ha demostrado a nosotros.

El joven llegó a Manises con la ilusión de un niño. Su pretemporada enamoró a muchos y sus ganas sobre el campo nos hacían soñar con otro ‘pibe’ de los que dejan una huella imborrable tanto en los corazones valencianistas como sobre el verde de Mestalla. Desgraciadamente para él y para todos, su primera aparición oficial con el equipo no pudo acabar peor. Sesenta y dos segundos que podrían haber sido de otra manera, pero el destino – y el Comité de Competición - lo quisieron así. Todo se saldó con el récord del debutante en Liga española expulsado de manera más rápida. El propio Aleix reconocía tras el partido que no había visto mala intención en el golpe. Todos los compañeros intentaron animar al “Pollo” en su vuelta a casa, pero la situación le perjudicó profundamente en lo anímico. Sus lágrimas al salir del campo lo decían todo.
Tras estar cuatro partidos alejado de los terrenos de juego, al argentino le costó entrar de nuevo en los planes de Nuno. Aun así, De Paul no se rindió, porque lo lleva en la sangre. Desde el fatídico día en el Pizjuan hasta el partido de ida en Copa, “Rodri” jugó apenas 80’ en 5 partidos – sin contar, claro está, los 62 segundos del primer partido – todos ellos desde la suplencia. Fue una manera lenta - y exasperante - de reintegrar al joven argentino en la dinámica del equipo. En aquellos minutos de consuelo que le daba el luso a De Paul, poco pudo demostrar a la afición, que tenía ganas de ver algún destello, algo que indicase que el jugador no se había desconectado del equipo tras el mazazo anímico. Pero eso de rendirse no es para él. Peleó y sufrió, quedando cada día más cerca de su objetivo: hacerse un hueco en el once inicial.

Su momento llegó en Copa. Tras un largo rato perdido en la inopia de la mediapunta valencianí – parece una posición maldita en este equipo –, se escoró a la banda derecha y definió el partido con el gol de la victoria. En un partido difícil para el conjunto che, "Rodri" dio la cara y sacó las castañas del fuego. Y no sólo eso, si no que demostró a todos que siempre estuvo ahí, sólo necesitaba un poquito de confianza y minutos. Pocas veces se ve tanta emoción tras un gol, y ese fue uno de los momentos más emotivos de este nuevo Valencia, con todo el equipo abrazado a él – incluido el míster – y celebrándolo como si de un título se tratase. Todavía tengo los pelos de punta. Después de la suplencia en Los Cármenes y ante las bajas en el centro del campo, De Paul volvió a ser titular ante el Rayo en Liga. Con la confianza de haber marcado en Copa, el argentino cuajó un partido muy bueno, siendo sustituido por Nuno tras la expulsión de Gomes para meter más músculo en el mediocampo. Su partido se puede definir con sus palabras de hace ahora casi un año: “Un poco era lo que uno sabe hacer, pedirla y tratar de hacer jugar al equipo”.
Puede que sea muy pronto para encumbrar a De Paul, pero sus actuaciones y su incansable lucha por la titularidad no solo piden a gritos la continuidad en el once inicial, si no también reconocimiento.  A buen seguro que aquí no le faltarán ni el reconocimiento, ni los aplausos, ni los piropos. De lo que estoy convencido es que si sus actuaciones siguen rayando a ese nivel, en poco tiempo nadie se preguntará quién es De Paul, pues le conocerán bien hasta más allá de las altas murallas que separan Valenciastán del resto del mundo. 

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