Elegía a Pablo Piatti

lunes, marzo 02, 2015


Querido Pablo, nuestra relación empezó en aquel Monasterio de El Puig años ha. Eran momentos de júbilo, de jolgorio, de éxtasis y emoción. Braulio había fichado a un jugador cuya procedencia no era le France, para más inri a un tipo con nombre en La liga. Un pequeño con tirón.
Nos henchimos el pecho de honor por poder disfrutar de la reencarnación del nuevo Messi.
La relación se cimentaba a pasos agigantados con una pretemporada sublime tirando a excelsa.
Eran tiempos de bonanza conyugal. A cada instante saltaba, cual resorte, a nuestra cabeza tu nombre.
La temporada empezó y aquel genio llegado de Almería se diluia en su lámpara mágica al mismo son que la ilusión de Mestalla. El gigante empequeñecía por momentos en el recuerdo de una afición con ansias de encontrar lo que se había ido con Mata. Fueron tiempos duros, pasados, en los que la distancia entre ambos crecía sin remedio. Vimos a otras. Tuvimos amantes (lo reconocemos), nos fijamos en medias que despuntaban por la banda que tu rastro olvidaba. Mientras, llorábamos en silencio por lo que pudo haber sido. Las otras se marchaban, nos dejaban en la estacada. No supieron valorar nuestro amor, nuestros continuos cambios de humor. Tampoco el ambiente que se respiraba en casa de la suegra, Mestalla.

Y tú seguias ahí, en nuestro recuerdo borroso, en el hemisferio oscuro de nuestra memoria.
Pasaron los partidos, los comunicados oficiales, las juntas tróspidas, un sin fín de entrenadores y Pablo no regresaba. Estaba ausente y la relación se deterioraba. Ya no quedaban mariposas ni te quieros ni nudos en la garganta. Era el fín.
Te apartamos. Nos fuimos de viaje a EEUU. Te lo dijimos, te comunicamos que sobrabas. Probamos otros líos de faldas. Y tú seguias en tus trece, reclamando plaza fija en una plantilla ya conformada. Te dimos un dorsal a última hora: el 2. El dos del patito feo, el que restaba.
El patito feo no jugaba, lo apartaban, lo marginaban. Pero un día aquel 2, con confianza, estiró el cuello -largo... muy largo- y aleteó para incrustar -en sen2 cabezazos- la pelota en la jaula, frente a Real Madrid y Barsa.
El patito feo se convertía en cisne. Llegó la metamorfosis. A base de esfuerzo, de lucha y encalabrinarse retornó la magia. La relación renació. Hoy, una temporada después, Pablito vuelve a ser amado. Vuelve a agitar los corazones del graderío. Piatti, te queremos, perdónanos por las veces que dudamos, somos inseguros, y altamente inflamables. Adoramos a falsos mitos y condenamos (al caloret) a jugadores que perseveran en el intento de dejar huella sobre el territorio de Mestalla. Nos pueden las emociones.
Pablo Daniel Piatti, "Piattini", qué bueno que volviste.

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