Jugar al pelotazo teniendo a Xavi e Iniesta en tu once titular supone el mismo pecado capital que jugar al tiki-taka con Keita y Portu de inicio. Un sinsentido. El conjunto de Pizzi empezó el primer tiempo buscando ese anhelado e idílico protagonismo a base de toques con dos espartanos en su zona ancha. Con Barragán y Bernat perforando las bandas vallecanas, Alcácer estrellaba el esférico contra el travesaño madrileño en la que sería la oportunidad más clara del Valencia en todo el partido. El Rayo encontró en esas subidas de los laterales la excusa perfecta para demostrar que si que tiene la verticalidad que tanto se le echa en falta. Con Larrivey como comandante del barco, un cañonazo al palo largo de Alves hizo temblar la nave ché obligando a sus tropas a retroceder en pleno mar abierto. La falta de imaginación de los madrileños unida a la incapacidad valenciana para sacar el balón jugado, dejaron un partido más soso que el del pasado jueves en Mestalla. Otro tostón para la colección.
Con el Valencia en plena crisis de identidad y con el cansancio aflorando a borbotones, el Rayo encontraba en la falta de intensidad rival un centro medido a la cabeza del propio Larrivey para perforar la meta de Alves. Le ganó el salto a Bernat. Quizá Piatti hubiera llegado al balón, quién sabe. A la postre 1-0. A remar y contra marea. La figura de Parejo fue la que más se echó de menos en un Valencia desdibujado por el mal juego. Michel debía de coger el testigo del de Coslada para evitar el desastre y finalmente fue la afición la que fue testigo del desastre de Michel. Ni atacaba ni defendía. Perdido entre dos aguas, el valenciano fue incapaz de dotar de sentido y coherencia el planteamiento inicial de Pizzi. La falta de ideas se terminó de plasmar sobre el verde con la entrada de Jonas y Vinicius. Con Alcácer, el brasileño, el debutante y Vargas sobre el terreno de juego, se formó un tapón monumental que solo conseguía ver la luz al final del túnel en forma de balones colgados al área rayista. Una luz que la zaga de Paco Jémez se propuso hacer más grande a base de manotazos al balón que cualquier árbitro que no fuera español hubiera pitado al momento. Pero desgraciadamente seguimos jugando la vergonzosa liga de Tebas. Aún así, el linchamiento arbitral no debe servir como excusa para justificar la derrota ante el penúltimo clasificado de la competición, y el más goleado.
En definitiva, Pizzi estrena mes de Marzo topándose con la derrota que evitó durante todo Febrero. Ni éramos tan buenos cuando ganamos en el Camp Nou, ni somos tan sumamente malos perdiendo en Vallecas. Un planteamiento correcto con los jugadores equivocados, o un planteamiento equivocado con los jugadores que quedaban. La fatiga, las lesiones, y el exceso de confianza en un campo presumiblemente asequible dieron con el barco ché enredado en los corales "bukaneros".
"Y los sueños, sueños son". Y el sueño de la Champions pasa de la utopía al imposible alejándose hacía tierras vascas a quince puntos de distancia, pese a que los bilbaínos pisen Mestalla el domingo que viene. Ahora toca enfrentarse a la cruda realidad y agarrarse a la tabla flotante que supone la Europa League después del destrozo en Vallecas. Ahora toca demostrar que también sabemos estar en las malas, tragar mareas de arena y mirar de frente a la mediocridad. Hoy hemos naufragado, pero llevamos diez años esperando que los piratas del mediterráneo vuelvan a la carga. Y esta noche no va a ser una excepción.