Vuela alto

lunes, diciembre 07, 2015

Foto vía: Carla Cortés (@noaasoka)
Seis días después del momento que dio comienzo a la semana más convulsa de la era Lim, el Valencia recibía al Barça. "Casi res porta el diari". La situación con el anterior entrenador había llegado a un punto de no-retorno y tras el grotesco espectáculo ofrecido en el Sánchez Pizjuán, Nuno Espirito Santo anunciaba su despedida. A partir de ahí empezó el carrusel de nombres: Laudrup, Juande Ramos, la vuelta de Pizzi -no me hubiera gustado, aunque sí pienso que el Valencia está en deuda con él-, Rijkaard... Cada uno en su estilo, pero tenían un denominador común: no eran de Mendes y tenían experiencia previa.

Los señores que gestionan este club volvieron a dejarnos con la boca abierta. Para bien o para mal, pero los golpes de efecto los dominan a la perfección. Eso, y dejar a los que presumen de ser los mejor informados sobre el Valencia en bragas. Nadie esperaba este movimiento, aunque luego haya quien haya dicho que ya sabía que llevaba dos semanas fichado. Patéticos intentos por recuperar una credibilidad que hace tiempo que perdieron. Cada uno hace lo que cree conveniente, pero yo valoro más la honestidad que las primicias. Si por mucho que se trabaje en encontrar la noticia, no se puede adelantar, se dice claramente y ya está. Pero este tema ya lo profundizaremos en otra ocasión, si fuera necesario.

Comunicado oficial: #BenvingutGaryNeville. La primera reacción es pensar que es una broma. Lo siguiente es abrir la web del club para confirmar que la cosa iba en serio. Y después confirmar en google lo primero que uno había pensado: ¡ese tío no ha entrenado a nadie! He de reconocer que mi enfado fue mayúsculo, que estuve más de un día sin querer saber nada del club de mis amores. No despellejé a Gary antes de verlo entrenar, pero critiqué la decisión. Y la seguiré criticando, pase lo que pase. Me parece una tomadura de pelo. Este no es de Mendes, es directamente de Lim. Estoy en contra de los intermediarios como idea, como concepto, pero el amiguismo es todavía mayor en esta elección que en la de Nuno. Y parecía difícil de superar.

Aún así, el movimiento, a nivel de marketing deportivo y visibilidad mediática, que supongo que debe ser lo que más importa a los propietarios, es para quitarse el sombrero: más de 80 medios internacionales acreditados en su presentación oficial, la cual se emitió en directo por Sky Sports -y por Levante TV, que también es importante-, portadas en el Reino Unido... Siempre hemos estado en el mapa, pero ahora estamos en el centro del tablero.

Entremedias de todo esto, Voro y el hermano del nuevo técnico, que se habían hecho cargo provisionalmente del equipo, tenían que preparar el partido contra un Barça que venía pletórico y lo hacían con la friolera de diez bajas. Ausencias importantísimas cuantitativamente, sobre todo, pero también cualitativamente. La mitad de esas bajas eran titulares indiscutibles esta temporada (Mustafi, Cancelo, Fuego, André y Feghouli), y en la otra mitad estaban dos de los fichajes más caros de la historia del Valencia (Negredo y Rodrigo) y el mejor jugador de la pasada campaña (Diego Alves).

Así pues, un Valencia sin sus mejores hombres, tenía la papeleta de enfrentarse a uno de los mejores Barcelonas de la historia. No sólo por nombres, sino por dinámica. Este Barça venía de reírse del Madrid en el Bernabeu, de meterle un set a la Roma -que nos bailó en verano, aunque fuera un amistoso-... Parecía intratable. Esto no es una crónica, y todos habéis visto el partido, así  que vayamos al grano: el resultado (1-1) no lo esperaba nadie antes del partido. Ellos perdonaron muchas ocasiones, dicen, yo pienso que los dejamos escapar vivos. Lo cierto es que han necesitado de ayudas arbitrales para sacar un punto de Mestalla. Que se lo haga mirar el Guardiolismo imperante, su maquinaria mediática y propagandística, su aparato político y sus perros de presa.

Al término del partido, todo el estadio mostró su enorme satisfacción en las formas habituales: alzar los brazos, gritar, abrazarse con los seres queridos... Es comprensible la alegría, sobre todo porque fue toda una gran sorpresa dada las condiciones previas, pero no hay que perder la perspectiva. Mestalla no celebra empates en casa. Contra nadie. Sí hemos ovacionado el esfuerzo de la plantilla cuando lo ha merecido, independientemente del resultado -Valencia 2-3 Barcelona, septiembre de 2013 o Valencia 1-1 Bayern de Múnich, noviembre de 2012 por poner dos ejemplos cercanos en el tiempo-.

El empate en casa contra éste Barça es un medio, nunca un fin. Y los medios no se celebran. Debemos interpretar el resultado y la imagen como un indicativo de mejora de la situación. Brotes verdes. El mensaje debería ser: "Hemos tirado cuatro meses a la basura, pero cuidadito con nosotros, que somos el Valencia y nunca nos rendimos". "Al loro, que no estamos tan mal", que diría aquel.

Confío en que no hayamos perdido la perspectiva, como afición, y no nos convirtamos en un club conformista, ni hagamos del derrotismo nuestro relato, como han hecho otros. Si algo nos ha distinguido a lo largo de nuestra historia es que siempre, absolutamente siempre, nos hemos levantado de cualquier caída. Y que cuando nadie cuenta con nosotros asestamos el golpe.

Sin límites, con perspectiva, con trabajo y sin hacer mucho ruido hasta que ya sea demasiado tarde para nuestros rivales. Vuela alto, murciélago. Haznos soñar.

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